Tomar una decisión pública, social o colectiva siempre significa que unos sacrifiquen sus intereses para que otros los satisfagan. Ya sea en una democracia donde, generalmente, será una mayoría la que consiga hacer prevalecer su posición y una minoría la que se someta a los demás, o una dictadura en la que una persona ordena y el resto obedece, siempre hay personas que ganan y personas que pierden.
¿Por qué las personas aceptan sufrir tal derrota? ¿No es el ser humano libre para decidir su propio destino?
Varios autores se han hecho esta misma pregunta. Aquí me centraré en la perspectiva de dos de ellos: Thomas Hobbes y James J. Buchanan.
Hobbes partía de la concepción de que todos los hombres son iguales por naturaleza, que incluso el más débil podría derrotar al más fuerte, pues los hombres sólo se pueden diferenciar por el aprendizaje, el conocimiento y la experiencia. Así mismo, el hombre por naturaleza es egoísta, violento y ventajero. Por estas razones, si no existe nadie que tenga capacidad para someter a los demás y todos desconfían de todos, se dará una situación de guerra y anarquía, de todos contra todos. Como muy bien describió en su libro "Leviatan":
"De esta igualdad de capacidades surge la igualdad en la esperanza de alcanzar nuestros fines. Y, por lo tanto, si dos hombres cualesquiera desean la misma cosa, que, sin embargo, no pueden ambos gozar, devienen enemigos; y en su camino hacia su fin se esfuerzan mutuamente en destruirse o subyugarse. Y viene así a ocurrir que, allí donde un invasor no tiene otra cosa que temer que el simple poder de otro hombre, si alguien planta, siembra, construye, o posee asiento adecuado, puede esperarse de otros que vengan probablemente preparados con fuerzas unidas para desposeerle y privarle no sólo del fruto de su trabajo, sino también de su vida, o libertad. Y el invasor a su vez se encuentra en el mismo peligro frente a un tercero."
Esta naturaleza humana es un muro inquebrantable para el desarrollo pues "En tal condición no hay lugar para la industria; porque el fruto de la misma es inseguro. Y, por consiguiente, tampoco cultivo de la tierra; ni navegación (…); ni artes; ni letras; ni sociedad; sino, lo que es peor que todo, miedo continuo, y peligro de muerte”
La solución de Hobbes a toda esta desgracia es la confección de un contrato social por el cual las personas manifiestan su voluntad de someterse a un soberano, que será el encargado de mantener la paz social y hacer cumplir las leyes coercitivamente. Este contrato es tácito, nadie manifiesta su voluntad, pero si no existiría todos estarían de acuerdo en firmarlo.
Desde este punto de vista, el Estado aparecería como un guardián del hombre de sí mismo, de su propia destrucción. Hobbes, por el momento histórico en que vivió, identificaba el poder soberano con un monarca absolutista, que tenía el poder porque era voluntad de todos, aunque nadie la manifestara. Esta teoría se podría enfocar también a la legitimación del Estado, el cual actúa como intermediario en los conflictos entre hombres, sin el cual acabarían enfrentándose violentamente, llegando al Estado natural de guerra de todos contra todos.
El Leviatán: monstruo marino mítico que aparece en la biblia con un poder descomunal. Hobbes identifica este ser con el Estado moderno, que debe ser fuerte para someter a los ciudadanos a una autoridad absoluta. Imagen encontrada en: noeinigualeinai.blogspot.com
Por su parte, Buchanan, padre de la teoría de la Elección pública o Public Choice, distingue entre la anarquía hobbesiana y la anarquía ordenada. Esta anarquía llamada ordenada consiste en un conjunto de interacciones ordenadas y sin unas reglas formalmente definidas de comportamiento que es el ideal a alcanzar por el individuo.
A este ideal se puede llegar por dos vías: a través de juegos cooperativos o de juegos no-cooperativos. Buchanan no cree que realmente pueda llegar a funcionar una sociedad basada en juegos cooperativos, sin la participación de un tercero que medie en las disputas interpersonales. Por tanto, en una anarquía ordenada aparecerá un agente ejecutor institucionalizado o algún conglomerado de derechos individuales.
La imposibilidad de que se den juegos cooperativos radica, y se diferencia de la concepción hobbesiana del hombre, en que los individuos son diferentes, por lo que debe existir una institución que incentive a los ciudadanos para que cooperen entre sí: el Estado. Este poder debe ser neutral, encargarse del cumplimiento de las leyes y salvaguardar al individuo de discriminaciones arbitrarias, intentando intervenir lo menos posible.
Fuentes:
http://kishimotoandres.blogspot.com/2005/09/el-leviatn-de-hobbes-y-el-poder.html Blog titulado Factótum, donde se pueden encontrar comentarios y reflexiones sobre libros de todas las épocas.
http://www.webdianoia.com/moderna/hobbes/textos/hobbes_text_nat.htm De esta página he extraído fragmentos del libro “Leviatán” de Thomas Hobbes.
http://www.elprisma.com/apuntes/economia/eleccionsocial/ En este artículo el autor relaciona la concepción del Estado de Buchanan y Hobbes.
http://www.educared.net/universidad/asp_problemas/problemasvisualizar.asp?idAsignatura=7&idProblema=545 Pequeño análisis del estado natural del que habla Hobbes en el "Leviatán"
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